sábado, 10 de diciembre de 2011

El hombre de los caballitos de madera III

La primera parte aquí

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Jack estaba en su posición de siempre en la alfombra de la sala principal, con una máscara en mano. Llevaba otra, de un intenso color rojo, adornado con una serpiente negra, cubriéndole la cara, pero aún así el chico podía notar su cicatriz.
Dejo al gato sobre la alfombra, que caminó tranquilamente hacia el hombre a ronronearle buscando cariño. Solo en ese momento Jack pareció salir de su trance y levantó su mano izquierda y acarició la cabeza del gato, el que refregó su lomo en un costado del hombre, al parecer feliz.

- pensé que no volverías –susurró, y Tommy levantó la cabeza. Jack no lo miraba, y no estaba seguro si le hablaba a él, o al gato. Lo siguiente se lo aclaró - Anibal no había aparecido desde que te fuiste.

- ¿Ah si? –Tommy estaba francamente asombrado. Pareciera que una pequeña sonrisa se había dibujado en el rostro del hombre. Dio unos pequeños pasos, menos asustado que antes, y contempló el desorden. Máscaras por doquier.
- ¿por qué has vuelto? –preguntó Jack, volviendo a su labor en las máscaras. Tommy tomó una entre sus manos. Sentía ganas de colocársela, pero la idea le pareció escalofriante, de modo que la dejó sobre la mesa de centro.
- Por que tengo curiosidad.
- ¿No tienes miedo?
- No. –contestó con decisión. No puede ser malo, se dijo a sí mismo. No puede serlo si Aníbal se acerca tan tranquilo a él. –Podría tenerlo, pero no me harás daño. Pudiste hacerlo desde el primer día que estuve aquí.

Lo que Tommy no sabía era que había tenido suerte.

Los días siguientes los pasó tratando de averiguar que había pasado, pero Jack volvió a su trance y a su hermetismo. Hacía máscaras, una más pomposa que la otra, y adornaba toda la sala con ellas. Y las usaba, y hacía máscaras para Tommy, e incluso hacía unas pequeñas para el gato, que solo las olfateaba y pasaba por su lado sin prestarle atención. Los caballitos de madera yacían en un rincón, al igual que las botellas de vidrio, llenándose de polvo.


- ¿Por qué no sales de aquí? –preguntó uno de esos días, cuando encontró a Jack mirándose en el enorme espejo, mientras usaba una máscara negra, con una enorme pluma dorada en una de sus esquinas.
Con el cabello corto y el traje que usaba parecía un hombre a punto de irse a un baile muy elegante. Pero Jack nunca salía, o así lo creía Thomas.
- No tengo motivos para hacerlo.
- ¿No te sientes solo?
- No. –había vacilado un poco antes de contestar, lo que para Tommy significaba mucho.

El chico se fijó por primera vez en el cuello de Jack. La cicatriz de su rostro avanzaba de forma sinuosa por el costado de su cuello, y quizás se perdía en su pecho. Se preguntó si le habría dolido en su momento, pero intuía que la respuesta era afirmativa. Probó preguntando lo mismo de siempre.

- ¿Por qué lo hiciste?

Era un hombre muy apuesto, a pesar de esa marca en la cara, no dejaba de serlo, y la máscara le daba aún un toque más misterioso. A Tommy le recordaba las imágenes que había visto de su padre hace unos cuantos años.
Él seguía tocándose la cara, recorriendo el contorno de la máscara, una y otra vez, sin prestar atención a nada más. Había completo silencio.
Tommy ya daría por perdida la pregunta –otra vez –cuando Jack habló.

- No pude evitarlo. –rompió el silencio con esas simples palabras, lo que despertó todo el interés del muchacho, que lo observaba pacientemente desde el marco de la puerta. –Ella estaba ahí, y me miró…con esos ojos azules tan profundos…-tenía la mirada fija en su reflejo en el espejo, había inclinado un poco la cabeza y entrecerrado los ojos. –y yo…lo hice. Simplemente en ese momento quise hacerlo. Luego, ya no pude detenerme.

El chico contuvo el aliento. Se imaginaba lo que podía haber sucedido: Jack, con esa serenidad…atacando a Jeannette, esa joven mujer tan cálida. Un escalofrío recorrió su espalda, al imaginársela en el piso, sin vida. Sin una sonrisa en su rostro. ¿Dónde estaría su cadáver?

- ¿No tienes miedo? –Jack miró hacia su izquierda de forma brusca, y clavó los ojos en el muchacho. Se sorprendió un poco de no ver ni una pizca de miedo en los ojos verdes de él.
- No. –contestó Tommy, decidido. -¿Estás arrepentido?
- Sí. –Jack se sacó la máscara y la arrojó al piso. Se quedó inmóvil de nuevo, observando el piso, o quizás nada, quien sabe. –pero en ese momento, quise hacerlo. No hay motivos, solo existía esa opción para mi. Luego, quemé la casa, por que no importaba nada más.

Entonces caminó y pasó por el lado de Tommy, en dirección hacia las escaleras. El corazón de Tommy por un momento dejó de latir, pensando que se acercaba la mismísima muerte…pero no pasó nada.
Solo sintió una presencia pasando a su lado, nada más.
Al bajar la escalera, volvió a encontrarse a Jack en la misma posición, haciendo máscaras de nuevo.
***


No había otra explicación, él había querido en ese momento hacerlo.

Cuando ya había vuelto en sí, era tarde. Jeannette estaba en el piso, el pelo enmarañado y manchado de sangre, al igual que el vestido celeste. Y lo peor es que a él le había gustado verla en el piso cubierta de sangre.

Pero eso no estaba bien. Así que prendió fuego a la casa, con el objetivo de quemar todo, hasta su culpa.
Pero él no murió.

No quería hacerlo, sencillamente. Pero tampoco podía vivir con la culpa de haber matado a la persona que más amaba. ¿Por qué lo había hecho?

<<Hazlo>>, era una voz que había surgido en su cerebro.
Esa misma que ahora le decía que hiciera máscaras, y que antes le había dicho que hiciera caballitos de madera, y que antes de eso le había dicho que metiera veleros dentro de las botellas, y que restaurara algunas habitaciones de la casa.

Lo que sea, se decía a si mismo, lo que sea para no seguir pensando en la culpa.
Y se había pasado los últimos 20 años creando, creando cosas para no tener que pensar en nada más. Con el temor de que esa voz venenosa volviera a aparecer y le hiciera matar a alguien más. A alguien que amara.

De modo que no podía volver a amar. Incluso tenía miedo de recordar a Jeannette, por temor a matarla de nuevo en sus sueños.

Así que solo podía estarse allí, alejado de todos (gracias a Dios jamás alguien había venido a molestarlo, hasta ese momento…), para en cierto modo protegerlos. Por que podría matar a otro, lo sabía.
Debía seguir creando cosas, haciendo cosas, para poder llenar ese vacío del no poder volver a amar a nadie de nuevo, por el temor a perderlo.
Pero ahí estaba Thomas, y ese fastidioso gato.
¿Los gatos podían amar?

***


Y ahí está siempre con algo entre las manos, siempre creando cosas. Obsesionado, alejado del mundo. Perdida la capacidad de sentir algo más, solo vive herméticamente, encerrado en sí mismo, haciendo esas estúpidas chucherías, como si tuviera miedo de algo…algo que pasaría si deja de hacerlo…”

Tommy tenía una bitácora, donde anotaba todo lo referente a la casa. Ahí había descrito todo, desde el interior hasta las “conversaciones” que había sostenido con Jack. Y ese día se había quedado más del tiempo normal releyendo todo, tanto así que no escuchó cuando Anibal apareció en su ventana, para observarlo con sus grandes ojos amarillos.
Pero Tommy no le prestó atención, de modo que el gato se fue.

No sabía que pensar. Para él, Jack era una persona tranquila, y eso no calzaba en el perfil de un asesino. ¿O sí? Debía desconfiar de él, su instinto se lo decía. Pero aún sentía que su sentimiento de culpa era genuino, él de verdad estaba sufriendo.

- Entonces… ¿Por qué? –no podía dejar de pensarlo. ¿Alguna enfermedad mental?

Él simplemente quiso hacerlo. ¿No es así como todos funcionamos?

Ese día se retrasó en su ida a la casa abandonada. Por eso no vio cuando Susy entraba a la casa, preocupada del gato que pensaba que era de su amigo. Sin saber qué encontraría allí dentro.

Si Tommy hubiera salido a la misma hora de costumbre…

El muchacho entró por la puerta de costumbre, esperando encontrarse con Aníbal, tan tranquilo como siempre. Pero ver al gato negro salir disparado hacia la salida lo desconcertó.

- ¡Aníbal! –lo llamó, pero sin resultado. El gato se había marchado. Giró de nuevo, y se encaminó hacia la salita principal -. ¿Jack?

Ahí estaba, como siempre.
Pero estaba de pie. De pie, y con la cara empapada en lágrimas. A Tommy se le revolvió el estómago de solo ver esa escena, jamás la sacaría de su mente.
La pequeña Susy, manchada en sangre. Esos pequeños rizos, parecía que habían perdido su brillo característico; en su cara, no había una sonrisa sino una mueca de puro dolor. ¿Había sufrido?

- ¿Qué hiciste? –el chico quería llorar, pero sorprendentemente ni una lágrima salió. Se sentía petrificado.
- Lo hice de nuevo…-el rostro de Jack era la del auténtico dolor. Sus ropas también estaban manchadas en sangre. –Y no pude evitarlo. Ella entró, y fue como ver a Jeannette…y esa voz…esa voz en mi cabeza.

Llevó ambas manos a su cabeza, y cayó de rodillas, sollozando. Tommy hubiese querido llevarse el cuerpo sin vida de Susy, pero temía acercarse. Ahora si temía acercarse de veras.
Si tan solo hubiese podido ayudarlo…si tan solo hubiese podido descifrar algo…
Si tan solo hubiese tenido algo más que curiosidad…

- Vete…-La voz de Jack parecía más grave de lo que era. A su alrededor la sangre parecía haberse secado un poco. Había incluso manchado algunas máscaras. –Vete. No quiero hacerte daño. Ya no volveré a hacerle daño a nadie.

Tommy dio la vuelta y se alejó corriendo del lugar. Al llegar a su casa, por fin pudo rebelarse contra si mismo y comenzaron los sollozos. Pero más que sollozos, eran gritos.

Detrás de él, un nuevo incendio en la casa volvía a producirse. Nadie sabría qué lo había causado, ni si alguien había resultado herido, o peor aún, muerto.
Jamás encontraron el cuerpo de Susy. Tommy tampoco tuvo el valor de decírselo a alguien, hasta muchos años después.

En su mente, aún permanecían las últimas palabras de aquel hombre, “ya no volveré a hacerle daño a nadie…” y las suyas propias: “Si hubiese podido ayudarlo…”
Cerró su bitácora, otra vez y la dejó en el librero.

Ahí también había un listón azul, uno de los que llevaba Susy ese día y que había alcanzado a rescatar.

También había un caballo de madera.

Fin.




***
Comentarios finales: La verdad hace mucho tiempo que no aparecía algo así en mi cabeza, una idea que se instalara tan fuerte y que además viniera con diálogos incluidos! Lo único que falló fue que las ideas vinieron cuando me encontraba en la calle asi que igual algunas cosas tuvieron que cambiar. Pero me siento satisfecha por que en lo particular de esta historia hubieron muchas cosas que no sabía como se iban a desarrollar, sobre todo el hecho de que Jack era esquizofrénico, fue algo que apareció en último momento. Pero aún hay varias cosas que quedaron sin resolver pero creo que como “cuento” ya no hay que alargarlo más.
Lo que aún no me convence son los nombres de los personajes :/ pero esos aparecieron, y bueno, que se queden xD.
fin

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